Axiología del valor de la vida

 

En el post de hoy del proyecto ayuda humanitaria PGPB, Plataforma Global Patrón Básico, te presentamos un nuevo capítulo del libro el Pacto Humanitario, que vamos desglosando en capítulos. El proyecto Patrón Básico de subsistencia propone implementar en el sistema económico global el valor real de la vida del ser humano. Queremos lograr ese ingreso básico universal, esa renta básica universal, esa lucha contra el hambre que estamos anhelando con nuestra plataforma Global Patrón Básico. El capítulo de hoy es: Axiología del valor de la vida.

 

Axiología del valor de la vida

 

 

      El futuro que ambicionamos es una cuestión central en el pensamiento filosófico ¿cómo podemos llegar a una sociedad mejor? Para poder transitar hacia un nuevo modelo paradigmático es necesario fundarlo en valores que den sentido y coherencia a nuestras acciones.

 

Un valor es una cualidad de un sujeto u objeto. Existen diversos tipos de valores como son los valores económicos, los valores sociales y los valores morales o espirituales, desarrollan virtudes que desplegadas diariamente en nuestro ambiente benefician a nuestro entorno y a la sociedad en general. Se delimitan por cultura, grupo, religión, hábitos o tradiciones. Desde la concepción genealógica *(10) de los valores, no sólo los juicios estéticos y morales están subordinados a los valores, sino que hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. Son anti-valores aquellos que devalúan el mundo en su riqueza natural y espiritual.

 

      De acuerdo con la concepción tradicional, los valores pueden ser objetivos, como el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades por ellos mismos, o subjetivos, cuando estos representan un medio para llegar a un fin. Además, los valores pueden ser fijos (estables) o dinámicos (variables). Los valores también pueden diferenciarse en base a su importancia y pueden ser calificados en términos jerárquicos, otorgándoles mayor o menor consideración.

 

      Los valores también pueden ser relativos o absolutos. Los valores relativos son subjetivos, dependientes del punto de vista individual o cultural, varían según su interpretación y pueden ser explicados con una suposición a partir de la cual se puede extrapolar su implementación. Los valores absolutos, no pueden ser expresados como algo determinado, si fueran conocidos podrían ser implementados, sin embargo, son incondicionados e independientes, sin vínculo alguno con la realidad, nos refieren a lo separado (ab-suelto) de toda existencia o de su posibilidad, “lo que no es sino ante sí mismo”. Tanto los valores relativos de la vida del ser humano como los absolutos forman parte de una misma realidad, como conceptos no son excluyentes y se pueden clasificar por categorías.

 

      El valor mínimo de la vida del ser humano tiene un valor relativo, ya que depende del punto de vista subjetivo o cultural, varía según su lectura y pueden ser deducido por una hipótesis a partir de la cual se puede aplicar su implementación. Pues bien, supongamos que deducimos un valor mínimo de la vida y obtenemos una cantidad expresada en dinero; hemos obtenido un valor relativo, variable en cada nación, y su ingreso como capital humano dependerá de la coincidencia, individual o cultural, en su interpretación.

 

      Asimismo, la vida también tiene un valor absoluto, si consideramos la existencia del alma y su constancia en el tiempo, ya que lleva implícito en sí una antinomia insoluble al no tener ningún elemento o conexión con lo observable. De lo absoluto de la vida del ser humano no podemos deducir un valor medible en dinero ya que se escapa a nuestra comprensión, no se puede calcular metódicamente, pero sí podemos deducir unas necesidades de servicio a la comunidad.

 

      Desde un punto de vista axiológico, el valor económico tiene dos acepciones de significados parejos con las que podemos comprobar que claramente el valor de la vida está incluido en sus definiciones. Por ejemplo, cuando Aristóteles define valor como: “Suma de dinero en que se valora o aprecia algo” ¿No estamos valorando y apreciando la vida del ser humano, si lo que hacemos es calcular el valor mínimo de la vida, el coste de subsistencia? ¿No le estamos dando valor? ¿No la estamos valorando en términos cuantitativos? ¿es que el coste mínimo de los alimentos que necesitamos para sobrevivir no tienen un precio? ¿No es ese precio que hemos de pagar, la suma del dinero necesario para obtenerlo? ¿No es necesario pagar ese precio para subsistir? ¿Es la vida nada, o es algo? ¿y si es algo, no vale? ¿No es la vida lo que más apreciamos? ¿No es verdad que la vida tiene valor entendido como suma de dinero según esta definición? Resulta evidente que sí. O en su otra acepción que define valor como: “Cualidad, virtud o utilidad que hace que algo o alguien sean apreciados” ¿No tiene cualidades el ser humano? ¿Es que no tiene ninguna virtud? ¿No nos es útil la vida? ¿Es que no apreciamos las cualidades, las virtudes o la utilidad de la vida del ser humano? ¿No estamos dando valor a la vida del ser humano al apreciarla? Evidentemente que sí, no hacerlo sería absurdo.

 

      Friedrich Nietzsche consideraba que: “El consensus es sapientum no prueba, en manera alguna, que los sabios tengan razón en aquello en que coinciden. Lo que, en realidad, prueba es que esos sabios tienen entre sí cierta comunidad fisiológica que les hace colocarse en esa actitud de negación frente a la vida”; por otra parte afirma que “la muerte de Dios: es la muerte del máximo ideal, del creador de los valores, la máxima autoridad moral. Dios muere en cada corazón de los hombres y en su lugar no hay nada. Dos posibilidades se abren ante el ser humano: permanecer en ese vacío o llenar el vacío con nuevos valores que afirmen la vida en su totalidad”. Decir: yo no valgo nada, nada hay que tenga valor, la vida no vale nada, no conduce a nada. Para el filósofo “la vida y sólo la vida es el fundamento último de todos los valores”.

 

      Recurriendo a una frase del filósofo Séneca: “la carencia de una cosa le da precio”, podemos extrapolar el valor de la vida ante su límite, la muerte. Lo que vale es la vida, la carencia de vida no vale nada. La muerte es lo que da valor a la vida. En un mundo capitalista, donde todo se puede traducir en términos económicos, la existencia del ser humano puede tener su mínimo valor intrínseco por el hecho de estar vivos y ser parte integrante del sistema. Lo estrictamente humano es la medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma escala de valores.

 

      La importancia de cada uno de los valores depende de su relación con la vida. Los valores no son fines en sí mismos, si no mediaciones de la vida. La vida es el valor supremo al cual se subordinan los demás valores.

 

 

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